Cinturón de Orión #1
Hoy decidí amarte... Pero no a ti sino a la versión que inventé de la persona que eres.
Hoy decidí amarte... Pero no a ti sino a la versión que inventé de la persona que eres.
Pocos meses duran las estaciones, y tú fuiste la primavera que llegó antes del invierno...
Te vi a los ojos y no había nada... Anoche escuché que estás a punto de irte.
El bebé, que llora en el cuarto de al lado, hoy experimentó la conciencia absoluta.
Los días pasan, ya no sé cómo escribir. Estoy estancada, en el fondo de esta pecera.
Hoy el sol se posó en mi piel. Todo se lo llevó el tiempo.
Quien me esperó sobre una superficie vulnerable, las palabras salieron solas.
Mira hacia otra parte, a donde yo te dije. No pienses. No hables.
Recordé que la pausa acusa al ego y termina perdiendo.
Rompí en lágrimas, ni se inmutó al mirarme. Me miraba con lástima y vergüenza.
Salgo por caminos distintos, quiero hablar como aquella vez, sin esperar que alguien lo entienda.
Te he visto por ahí. Te gusta sonreír, buscar estar cerca, mostrarte desinteresado.
Llorando sola en el pasillo, ella lo vio de reojo.
La última vez, nunca se me va a olvidar, tu abrazo de piel.
No me bastaron tus cartas. Son pasado.
Se escucha una melodía de una pequeña caja musical. Lloraba al borde de tu cama.
La gota se despide del cielo y cae en un charco de su propia sangre.
Me humillo a mí misma, me paro frente al público, comparo cosas que dejé en acertijos.
Y luego existe eso del perdón que siempre hacemos, y las cosas que vemos están a la mitad.
Esta vez, escribo bajo las líneas, avergonzada de mis palabras repetidas.
Tierra húmeda. Mis venas se enraizaron, me volví un árbol.
Hoy vi tus ojos, vi el humo que se acerca a tu nariz, lo entendí.